La mujer liberada por la cultura

Miriam Tey: La mujer liberada por la cultura

Podría considerarse un pleonasmo el título, pues no puede darse la libertad sin pensamiento propio y éste necesariamente para existir debe ser crítico, pero asumiendo esta redundancia retórica avanzaremos en la reflexión a la que nos invitan con unas consideraciones previas para delimitar o circunscribir la cultura de la que queremos hablar

No querría hablar de la acepción más antigua de cultura Latina

Cultura = Cultivo que con genitivos nos daría agricultura viticultura…

No querría hablar de la acepción de modos de vida costumbres conocimientos de una época o grupo social, ni como las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo

No querría hablar de cultura como culto religioso

No querría hablar de la cultura física conjunto de conocimientos sobre gimnasia deporte etc

Ni querría hablar de la cultura entendida como Bildung formación educación o participación de los individuos en una cultura objetiva envolvente que incluso antecede a los individuos como por ejemplo la lengua

Ni de la cultura entendida por los idealistas como una totalidad viviente dotada de una identidad casi sustancial de la humanidad

De toda esta amalgama confusa y a veces oscura como diría Gustavo Buen que es la cultura en la que caben discusiones sobre si hay categorías y puede distinguirse ente alta cultura y baja cultura, entre la que nosotros producimos y en la que estamos inmersos, ente la que es un mito y la que responde a tecnologías o conocimientos científicos,  querría rescatar la concepción de cultura como voluntad espiritual del hombre que se libera del estado natural de las cosas de la cadena de causas naturales y se separa individualizándose.

La cultura no como resultado del aprendizaje sino como proceso del aprendizaje

La cultura como acto creador, como diría Ortega

El acto específicamente cultural es el creador, Ortega

Y pensar es el mayor acto creativo, el pensamiento es algo que nos trasciende y se da como un milagro, nos utiliza para ser expresado y no me refiero al hecho de razonar, asociar, clasificar, relacionar. Me refiero a pensar que tiene una génesis parecida a la de la creación de un poema, va asociado a la emoción, al sentimiento, porque como decía Leonardo DaVinci no hay conocimiento sin emoción.

Y alguno sostiene que pensar es pensar contra otros. Glissant el filósofo martiniqués defiende que pensar es pensar con otros en diálogo con el otro, y es que en la relación se da la emoción, pero un poco más allá al final el acto creativo es puramente de médium y en esa iluminación que es pensar se da la liberación, porque pensar nos libera, la cultura nos libera. No la adquisición de conocimientos de cualquier conocimiento sino el proceso de acceder a él. Podríamos decir que un hombre es culto porque se sabe los números de las matrículas de los coches y sus propietarios?

Unamuno decía la libertad que hay que dar al pueblo es la cultura

Sólo el que sabe es libre y más libre el que más sabe

Y estoy más cerca de su visión que de la visión represora de Freud

Y si somos libres somos todo, para Fichte la cultura es el todo es el yo

podría afirmarse que la verdadera finalidad del existir humano no es el ser racional sino el llegar a ser racional, por medio de la libertad (diríamos: la sustancia que busca llegar a ser lo que es” Fichte

Y ese hombre libre por la cultura con conocimiento nos lleva a un individuo al que no es posible manipular, alguien peligroso para un dictador que teme que desvele sus engaños o que eleva el nivel de la democracia en la que vive con su opinión elaborada y crítica

Porque como decía Mill el objetivo del pensamiento, de la libertad de pensamiento no es sólo crear grandes pensadores sino crear personas ciudadanos intelectualmente activos, no se trata de intelectualizar a la humanidad sino de humanizar a la intelectualidad la única fuerza que puede salvar, curar y enriquecer es la del pensamiento claro e inteligente

(Los editores de The New Republic, 1915)

Porque aunque la emoción o el sentimiento sean de alguna forma la descarga eléctrica que produce el pensamiento, éste debe liberarse luego para en un análisis frío convertirse en un instrumento útil.

Nada hay más peligroso que el mito que nos arrastra en un relato sentimental a comprar lo que algunos utilizan para conducirnos hacia ninguna parte. Como por ejemplo sería la ficción de las identidades culturales.

Para ser libres para no estar en manos de los políticos hay que ser capaces de sostener opiniones razonadas, ser capaces de sostener la controversia, no temer el enfrentamiento, ni las disputas, estar en minoría o ser combativos, no siempre podemos ser imparciales, la polémica es el síntoma de una democracia sana.

La cultura entonces no se situaría a la izquierda o a la derecha, no tiene ideología, pero siempre debería estar frente al poder, no a su lado sino en la oposición ejerciendo de voz crítica.

Parafraseando a Lippmann:

Una mente lúcida, un corazón comprometido, una piel dura: ese debería ser el equipamiento de la ciudadanía.  

Cultura para ser mujeres libres