monográfico · Evening Discussion with Richard Dawkins
Confrontando Islamismo con Secularismo
Maryam Namazie
La Europa futura debe ser secular. Por secularismo entiendo la separación completa de religión y estado (y no la versión británica de tolerancia igual para las religiones, que alimenta el comunitarismo).
Si bien la libertad religiosa o de creencias es un importante derecho humano, se trata de un asunto personal y una experiencia de vida. Cuando la religión es parte del estado o la ley, no trata ya sobre creencias personales sino sobre poder y control.
Dado el ascenso de la derecha religiosa en Europa e internacionalmente, defender el secularismo es una tarea histórica. Es también una precondición para los derechos de las mujeres y una garantía de la libertad religiosa así como de la libertad de no tener una religión.
La defensa del secularismo es un desafío importante para proyectos islamistas como los tribunales de la Sharia, o la segregación de género en las universidades de Gran Bretaña. El islamismo, como otros movimientos de la derecha religiosa (incluyendo los cristianos, hindúes, judíos o budistas de derechas), utilizan la religión para el control social del mismo modo que la extrema derecha reestructura la sociedad. Oponerse al islamismo no es un “ataque” a la “comunidad musulmana” del mismo modo que la crítica a la derecha cristiana, Pegida o el cristianismo no es “fanatismo” contra la “comunidad cristiana”.
No obstante, dada la política social del multiculturalismo y la multitud de fes, la religión ahora es el único signo que define a innumerables ciudadanos. Como resultado, la crítica de la religión y la derecha religiosa se equipara a un daño real dirigido contra los musulmanes, pese a que existe una enorme diferencia entre criticar ideas y movimientos políticos y el fanatismo contra las personas. [Se trata de la misma política de la identidad regresiva que está contribuyendo al auge de la política de identidad blanca y otros movimientos de derecha religiosa.]
Tratar las demandas islamistas (siempre mezcladas con amenazas, intimidación y violencia) como “libertad religiosa” da legitimidad a la derecha religiosa, ignora una discrepancia muy extendida, justifica la violencia y los abusos, y disminuye espacios muy necesarios de resistencia.
En las últimas décadas, las limitaciones sobre la libre expresión, la imposición de la ley de la Sharia y el incremento de la segregación de género y del velo en Europa son el resultado directo del auge del islamismo, y no de que la gente se haya vuelto más devota debido a la inmigración. Por supuesto, con el auge del islamismo, aumentan las manifestaciones religiosas pero en gran parte resultan impuestas o debidas a la presión y la intimidación, y a menudo son dirigidas políticamente o por el estado.
De hecho, el auge del islamismo ha visto un auge correspondiente de los movimientos seculares y progresistas, incluyendo la liberación de las mujeres y un tsunami de ateísmo a través del movimiento de ex musulmanes.
Está claro que ninguna comunidad o sociedad es homogénea, y tampoco lo son la cultura o la religión. Lo que se considera “Comunidad musulmana” es tan diversa como cualquier otra comunidad o sociedad, repleta de millares de características y creencias. Aún así, no está lográndose la tan necesitada solidaridad con las fuerzas seculares y feministas internas, debido a que el islamismo se percibe como la auténtica identidad de los “Musulmanes”. La solidaridad con la “Comunidad musulmana”, en consecuencia, se ha reducido al apoyo de proyectos islamistas más que a movimientos políticos y sociales seculares y con respecto a la clase política.
De acuerdo con la socióloga argelina Marieme Helie Lucas: “Si la izquierda va en serio sobre apoyar a minorías oprimidas, debe darse cuenta de que aquellos que hablan en nombre de la comunidad no necesariamente tienen la legitimidad para hacerlo. Apoyando a los fundamentalistas simplemente escogen un lado de la lucha política, sin saberlo.”
Esta es la historia verdadera de nuestras vidas.
La lucha contra el burqa y el velo es un ejemplo. El velo y la segregación de género que le acompaña es central para el proyecto islamista de borrar del espacio público a niñas y mujeres. Hay incontables fatwas, carteles comparando a mujeres sin velo con patatas podridas y dulces cubiertos de moscas, “policía moral” patrullando las calles para acosar y arrestar a mujeres en lugares como Irán. Muchas mujeres han sido asesinadas en Argelia, atacadas con ácido en Afganistán, o golpeadas y encarceladas por negarse a llevar velo en lugares como Arabia Saudí. Incluso en Europa donde no es obligatorio por ley, las organizaciones islamistas, los imanes y los tribunales de la Sharia dejan claro que es obligatorio llevar el velo y que negarse a hacerlo es una “rebelión contra Dios”. Las chicas sin velo se enfrentan con mucha presión y son llamadas “putas”; aquellas que se considera que están “impropiamente” veladas a menudo son llamadas “guarras”. Pese a las inmensas presiones y amenazas, aquí en Europa, la discusión en torno al velo es pulcramente presentada como un “derecho” o una “lección”. Por supuesto, estas son formalidades cuando hay tan escaso derecho o elección para quitarse el propio velo y seguir sin él. En esta lucha al igual que en muchas otras, incontables feministas, liberales y grupos de derechos humanos se apresuran a defender el velo, el burqa y el burkini, pero nunca luchan para terminar con el control religioso de los cuerpos de las mujeres como lo hace el movimiento contra el velo de Irán o las protestas nudistas para combatir el punto de vista perverso de que los cuerpos de las mujeres son fuentes de fitnah o caos en la sociedad, y en consecuencia deben ser apartados de la vista.
Es irónico que la imposición de la religión y los hombres sobre las mujeres para salvaguardar el “honor” y controlar sus cuerpos sea etiquetado como un “derecho” y una “elección” para las mujeres.
Pasa lo mismo en los tribunales de la Sharia en Gran Bretaña. Los tribunales de la Sharia son muy contestados y desafiados en Europa y globalmente por mujeres negras y de minorías, incluyendo muchas musulmanas. La discriminación y la violencia están en el corazón de los tribunales. Es donde tienen lugar los mayores abusos de las mujeres y minorías. Por ejemplo, bajo las reglas de la Sharia, el testimonio de una mujer vale la mitad del de un hombre; un hombre puede tener cuatro mujeres y divorciarse de su mujer mediante un simple repudio, mientras que las mujeres tienen derechos limitados a divorciarse; la custodia de los hijos vuelve al padre a una edad establecida, y la violación marital no se considera un crimen. Se trata de uno de los principales campos de batalla para los derechos de las mujeres en la familia a lo largo del globo. En Rojava, el Kurdistán sirio, los tribunales de la Sharia han sido prohibidos como medida para defender la igualdad de género. En la India, las mujeres musulmanas están liderando la lucha contra la regla de “Triple talaq”, que concede a los maridos derechos unilaterales de divorcio. En Argelia, las activistas por los derechos de las mujeres han llamado a los 20 años de Sharia en la normativa familiar “20 años de locura”, “un código de desesperación” y “un código obsesionado con las mujeres”. En Arabia Saudi, las reglas de custodia masculina están siendo desafiadas por activistas de derechos de las mujeres, y lo mismo pasa en otros sitios. Pero aquí, en Europa, muchas feministas lo promueven como el “derecho a la religión” de las personas. Esto pese a montones de evidencias mostrando que los tribunales son discriminatorios en el contenido y las intenciones, y pese a la inmensa resistencia que está teniendo lugar.
Pasa lo mismo cuando se trata del Tsunami de ateísmo en el “mundo islámico”. Las redes sociales están haciéndole al Islam lo que hizo antes la prensa escrita al cristianismo. Está dando oportunidades de romper tabúes a la gente, cuestionar el statu quo y establecer conexiones con librepensadores a través de límites y fronteras.
Aunque los ateos de formación musulmana pueden enfrentarse con la pena de muerte y el rechazo en 14 países, así como amenazas y violencia incluso en Europa, muchos están saliendo del armario de forma clara y visible en apoyo del librepensamiento. Aún así, las organizaciones “progresistas” de derechos humanos y distintas personalidades legitiman de facto o de jure la blasfemia y las leyes de apostasía, y más de una vez culpan a las víctimas. Los ex musulmanes son vistos a través de ojos islamistas: “Islamófobos”, “Informantes nativos”, “Chivatos” y son acusados de “incitar el odio y la discriminación” contra los musulmanes cuando sólo están pronunciándose a favor del derecho a pensar como prefieran, a criticar las creencias en las que han sido criados y a vivir para contarlo.
Irónicamente, muchos de los liberales que siempre se alinean con los islamistas pudieran ser ellos mismos ateos. El racismo de las bajas expectativas y el doble rasero significa que tienen un conjunto de derechos para ellos mismos y otros para nosotros…¡Se supone que sólo tenemos derechos dentro del contexto del Islam y de las leyes islámicas! Y los disidentes son considerados “culturalmente inapropiados”, “occidentales” o “colonialistas” porque sólo se preocupan de las sensibilidades y los valores del Islamismo y no de los muchos que resisten. De hecho, sin embargo, nadie entiende mejor la necesidad de secularismo, de liberación de las mujeres y librepensamiento que aquellos que viven bajo la bota de la derecha religiosa.
Las políticas de la identidad y el comunitarismo están literalmente matándonos al aliarse con nuestros fascistas más que con nuestros disidentes.
Más que nunca, existe la necesidad de articular y defender el secularismo y mostrar solidaridad con el patente contraataque que tiene lugar en muchas comunidades y sociedades en Europa y globalmente.
El islamismo es un movimiento internacional, y también lo es el movimiento secular. Esto no trata de un choque de civilizaciones sino de un choque entre teócratas por una parte y secularistas por otro, a través de barreras y fronteras.
El sistemático y documentado fracaso en la defensa del secularismo y las personas, particularmente de los derechos civiles y de las mujeres en muchas mujeres y comunidades, ha ayudado y estimulado a la derecha religiosa en detrimento de todos nosotros –creyentes y no creyentes.
Como ha dicho el filósofo británico AC Grayling: el secularismo es un derecho fundamental. Hoy, frente a los estragos causados por la derecha religiosa, también es una precondición para derechos fundamentales y libertades.
El secularismo no es occidental u oriental; es universal. Necesitamos una Europa y un mundo secular, y lo necesitamos ahora.
Nuestras mismas vidas dependen de ello.
Maryam Namazie
Maryam Namazie es portavoz de Council of ex Muslims of Britain. Presenta el programa de televisión Broad and Roses